Verano del 198 y algo. Y estábamos el mismo grupito de siempre (Guata, Yoryi, Benjamín, Chiqui y yo) de vacaciones del colegio. Eso implica una vagancia y ganas de hacer cualquier cosa fuera de lo común. Así que nos pusimos a practicar electro boogie. Manos a la ubre, pusimos el radio en la galería de la casa de Yoryi (justo al lado de mi casa). Buscamos una de las cintas de Silvito (hermano mayor de Yoryi y que tenia un grupo de bailadores de electro boogie que eran lo último de los muñequitos pues hasta de cabeza daban vueltas en el piso). Y empezamos a bailar y a practicar pasos.
Estamos ahí emocionados y llega Silvito con su respectivo pañuelo en la frente, pañuelo en la muñeca, curly con moña (o como se llame a usar el pelo como mojado, con moña adelante y pelo detrás como si fuera una colita sin amarrar). Todo vacano el abrazado de la novia (que después se casaron y todo pero luego se divorciaron pero como yo estaba chamaquito yo no estaba atento a eso). QUIEN COÑO LE DIO PERMISOS A USTEDES PARA PONERLE LA MANO A MI VAINA!! Dijo Silvito refiriéndose a su radio y flamante cinta de electro boogie. El silencio por parte de nosotros los vecinos. Silvito agarro y miro a Yoryi de frente y repitió la pregunta mientras ponía su cara de loco plus plus. Plus plus por que ya el tenía cara de loco, pero cuando se quillaba abría los ojos como perro cuando le ponen el termómetro para medirle la temperatura.
****CULTURA GENERAL: A los perros le meten el termómetro por el Qlo mientras le agarran el rabo y el termómetro con la misma mano. El pobre animal, abre los ojos como si estuviera viendo en ese mismo instante la muerte y empieza a querer avanzar hacia adelante como queriendo escapar. Sin embargo, al estár agarrado por el rabo, se queda guallando en el aro. Como si fuera un carro 4x4 enchibada en lodo. Si, pobre perro****
Yoryi, para zafarse del inminente pescozón dice “fue Alber que me lo presto”. Algo que hasta el mismo Silvito sabía que era mentira, pero que ante la duda, daba tiempo a que por lo menos se le pasara el pique y todo quedara en el olvido. Albert (con T al final la cual todos incluyendo Yoryi olvidaba su existencia) era un tipo tranquilo. Tan tranquilo que tengo pocos cuentos de él que no sean de que me di cuenta que se daba besitos con una hermana mía mientras jugábamos el escondido, que me dio un trompón que me saco el aire jugando la olla y que nos hacia coro a conveniencia (si mi hermana estaba cerca, jejeje). El pana era feo y tenía cara de desgracio (que no es lo mismo que desgraciado) pero “buena gente”.
Volviendo a lo de la bailadera. Silvito escucha el embuste de Yoryi sobre lo del radio y levanta la mano como para darle un trompón y “Oh Sopresa” en esa misma mano tenía un pedazo de bizcocho de los que parecían una dona gigante. Los que venden en los colmados. Si esos mismos que en ese tiempo por 10 centavos te daban bizcocho como para alimentar a Azua. Una botella de refresco o mabí (no recuerdo bien) en la otra mano. Ya con ambas manos ocupadas como que lo piensa bien y se olvida del maltrato. Esto, porque se acordó que Alber se le había comido un pedazo de bizcocho que él había dejado en la nevera. Al mirar el bizcocho parece que se acordó y sus energías negativas fueron desviadas. Así que pregunto: Yoryi, tu te comiste mi bizcocho? Yoryi respondió que no. Silvito entonces procedió a quitarse la correa. Todos nos quedamos frios, nunca vimos a Silvito darle una pela a Yoryi y pensamos que había llegado el momento. Yo pensé “el pana no se tragó ninguno de los 2 cuentos”. Silvito no termina de quitarse la correa y se desabrocha los pantalones. Ya a ese punto, algunos de los presentes nos miramos la cara como preguntándonos que pasaba pues no entendíamos. Era una pela o qué? Silvito se baja los pantalones, da 2 pasos hasta entrar al marco de la puerta de la sala, se baja los pantaloncillos y agarra el biscocho se lo estruja en los granos (testículos para mis lectores internacionales) luego le da una mordida y dice: “Ahora lo voy a poner en la nevera, después que él se lo comá, entonces ustedes le dicen lo que yo hice”.
Silvito, se sacude los trocitos de biscochos de entre los pelos, se sube los pantaloncillos, los pantalones y se sonríe mientras se introduce a la casa encaminándose a poner su trampa en la nevera. Nosotros incrédulos lo seguimos para ver como en efecto, puso el bizcocho delantico en la nevera en una posición de PRUEBAME.
UUUUAAACALLAAAAAAA. Nos quedamos todos mirándonos y sin deseos ni de tocar el agua que estaba cerca. Hablando de bizcocho, Yoryi dice, vamos a hacer suspiro. Yo y Guata nos negamos porque los huevos estaban dentro de la nevera y para nosotros todo lo que estaba ahí adentro estaba contaminado. Yoryi nos terminó de convencer explicándonos la teoría de que los huevos tienen cascara y que eso los protege. Chiqui y Benjamin se fueron, Silvito se fue con la novia. Nos quedamos nosotros 3 haciendo suspiro como que era para el barrio entero. Le sacamos la clara como a 20 huevos y procedió Yoryi a prepararlo. Lo mio es comer, yo no le puse antención a la preparación, sin embargo sé que solo se necesita la clara del huevo y azúcar si mal no recuerdo. El resto, es batir.
Estamos bate y bate y ya está casi listo cuando en esos momentos llega Alber y lo primero que hace es meterle un dedo al suspiro a ver si ya estaba listo. Nos comentó que sabía demasiado a huevo y que le faltaba no se qué. De inmediato abre la nevera y nos paso creo que fue vainilla. Justo antes de cerrar la nevera pareció como si el bizcocho le dijo PISSSSST, Hey.. soy un bizcocho. Guata, que nunca ha podido cerrar la boca bien por su singular dentadura que parece que lleva 7 u 8 fichas de dominó en la boca (sin ánimo de mentir, Guata tiene dientes más que Bill Gates dinero y para colmo separados como si cada diente fuera enemigo de los 2 que le quedan al lado). Retomo el tema, Guata que nunca ha podido cerrar bien la boca (por los dientasos, bueno eso ya lo dije, pero es que son unos malditos dientes) al ver que Alber toma el bizcocho en mano, le dice: Alber dame un chin. Albert responde con un NO mientras nos da la espalda con la intención de dejarnos atrás en nuestro experimento de supiro. Eso sin notar que Guata esta feliz y contento de que la hayan dicho que no. Que además, está mostrando parte de la encía lo cual era nuestra señal de que se estaba riendo. Nuestra señal, porque el que no lo conocía pensaba que él era un niño feliz pues los dientes siempre estaban afuera cogiendo brisa. Es que el verdugo tenía a una dentadura nítida. Tan, pero tan, tan.. que una vez estábamos jugando el loco el la casa de Yoryi y Guata choco con una puerta de cristal corrediza que daba hacia la terraza del patio y la puerta literalmente se desgrano (se volvió añicos, se cayó a pedazos) y Guata no se hizo ningún razguño pues fue con los dientes que le dio.
Volviendo al cuento, Alber le pega la primera mordida al bizcocho y ya yo no aguanto la risa. Guata esta casi con una lagrima afuera también riéndose mientras Yoryi solo pensaba en el futuro negro que le esperaba. Por haberse quedado callado, Alber seguro que le iba a hacer algo, pero si decía algo Silvito le arrancaba la cabeza. Alber sin comprender nuestra risa se aleja comiendo el bizcocho pero como que le da sed y se regresa a buscar que tomar en la nevera y disque a ponerle un chin de supiro al bizcocho. Nosotros tirados en el piso de la risa mientras él nos observa con cara de “Y eto tigre”. Yo por mi lado ya estoy dispuesto a decirle de que se trata pero no tengo aliento. Alber se acerca a nosotros esperando que yo o alguien le diga lo que está pasando para el reírse también y SIIIIIIIIAAAAAANNNNNNN zambulle el bizcocho él en suspiro.
MIIIIIIEEEEEERRRRRRDDDDD…. Ahí se me corto el aire, ya no había risa y mucho menos deseo de explicarle. Todo pasó en fracciones de segundos que no dio tiempo a nada. El que mejor lo cogió fue guata que ya tenía los ojos rojos de reírse y como que le daba 3 pitos el comer suspiro o no. Yo no, yo quería suspiro. Yo como que estaba en hambre. Inclusive no me había dado cuenta de que Silvito en esos momentos había hecho acto de presencia en la cocina pues vio desde la sala cuando Alber pasó con algo en la mano y fue a disfrutar del resultado de su macabro plan.
Yoryi empezó a reírse no sé si de nervios o de que. Alber ya se detuvo por completo, restos de bizcocho en la mano, supiro en labio y con su cara de mono con cólera a mirar esta ensalada de sentimientos. Silvito lo mira y empieza a reprochar y Guata interrumpe para adelantar que estaba comiendo bizcocho con sabor a bolsa (grano, bolsa, testículos, todo eso es lo mismo). Silvito se sonríe confirmando la versión y Alber empieza a escupir en pleno piso de la cocina lo poco que le quedaba de bizcocho en la boca. Lamentablemente para él ya era demasiado tarde. Por una semana aproximadamente le llamamos maca grano. Yo como que me reí bastante, pero no me gustó que no pude comer supiro.
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